lunes, junio 13, 2011

La Normal Superior de Pasto, un colegio con adoquines y pocos cipreses.

Tiempos especiales, tiempos de recuerdos y risas que solo el paso de los años sabe reeditar, tiempos de reencuentro con los antiguos compañeros de la que probablemente haya sido la época más bonita de nuestras vidas… tiempo de echar un vistazo al escenario donde tantas anécdotas y memorias se quedaron grabadas en nuestra mente. Es tiempo de regresar al alma mater.

Con la reciente experiencia del reencuentro en casa de Johana Pineda, pude regresar nuevamente a nuestra querida Normal de Pasto luego de 12 años de haber recorrido sus salones y jardines. Armado con cámara en mano, una sonrisa de oreja a oreja y esforzando la memoria, apunté con el lente a algunos lugares significativos de nuestro colegio, sus jardines, sus edificios, su famoso bosque, el aire fresco, sus árboles, sus pasillos y sus salones de clase me daban la bienvenida a casa nuevamente pese a que la inercia de la vida nos deje con el recuerdo y la amistad cultivada en sus aulas…

Han cambiado muchas cosas de lo que fue la Normal por allá en los años 90’s cuando éramos nosotros sus inquilinos; sus omnipresentes cipreses han sido cortados y reemplazados por vistosos jardines, la antigua patera en medio del bosque está totalmente en ruinas y muchos de sus enormes árboles han sido cortados, sin embargo, aún se respira ese aire normalista, lleno de libertad, juventud y alegría, característicos de la época colegial en medio de esporádicos carteles que invitan a la celebración del centenario en noviembre de este año.

El antiguo color blanco presente en todos pabellones ha sido reemplazado por colores de un tono más vivaz, como claro símbolo de los nuevos vientos que han soplado por la administración del colegio, hoy se han colocado sillas en numerosos jardines que en nuestra época eran intocables y los antiguos reductos sin pavimentar han sido poblados por numerosos adoquines… son pequeños aunque notorios los cambios que ha sufrido nuestro colegio en manos de la nueva rectoría, pero es inevitable querer volver a estar presente en el salón de clases haciendo guerras con papelitos empapados en saliva y aguantarse las carcajadas cada vez que el “cordi” iba a hacer una visita de rutina o a regañar a alguien… extrañé no encontrar caras conocidas de algún profesor salvo en las fotos de los mosaicos de promociones anteriores, y sobre todo me extrañó aún más el saber que esa breve visita fue como si hubiese sido un día normal por allá en octavo o noveno luego de tanto tiempo y sin mis compañeros de batalla o mejor, de recocha.

La inseparable melancolía que me acompaña en casi todos los episodios de mi vida, tuvo un desquite con la cámara, me sentía como niño tomando fotografías de lugares de especial recuerdo como el curso de grado sexto, el patio donde hacíamos el venteo, la oficina del “cordi”, la rotonda y sus vitrales, las canchas donde tanto sudor y risas dejamos en memorables batallas de futbol contra nuestros sempiternos rivales del 10 – 3, los pupitres de cajón qué pintamos en sexto y que cierto profesor de cuyo nombre no quiero acordarme, se llevó la plata, las casetas donde comprábamos el mecato, el árbol de capulí  y mil lugares más fueron invadidos por mi memoria y mi cámara, lugares que quiero mostrar en la galería de fotos para que no olvidemos uno de los lugares que marcaron nuestras vidas.

La Normal es única, la naturaleza se manifiesta con especial belleza en sus jardines, la juventud contrasta con la vetustez de sus edificaciones y tiene ese encanto de dibujar sonrisas en quienes formamos parte de ella cada vez que escuchamos su nombre o recordamos alguna anécdota o algún apodo…  y espero que la próxima visita al alma máter no me sorprenda con cambios drásticos en su estructura… porque cada vez que cae un muro de sus salones, o un árbol de su bosque, se va parte de nuestra memoria.

PARA VER LA GALERÍA DE  FOTOS CLIC AQUÍ http://bit.ly/jqek0o

Un abrazo!!

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